Todo el rato pienso en el olvido
pero en el olvido te recuerdo,
hasta que me ciega el olvido
descuidando tu recuerdo,
pero acabo olvidando lo que he de olvidar
y el olvido es olvidado para comenzar a recordar.
Con el recuerdo llegan los sentimientos,
con ellos el amor y finalmente emana el dolor.
Por esto te odio, por tu indiferencia que me hiere
como cien puñaladas en el corazón,
cien puñaladas hechas
con un mortífero puñal forjado con impasividad.
Pero solo duele por un motivo, y ese es el amor,
porque me importas, sino no me dolería.
Por esto recurro al olvido como medicina
y me despojo de mi abrigo de nostalgia
para que el frio me invada
y el barco del ayer parta mar adentro
y se pierda en la inmensidad del océano,
siendo su única tripulación
los fantasmas que antaño fuimos
y que me atemorizan cada día en mis sueños.
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